La política de cooperación al desarrollo es un vector clave de la política exterior portuguesa, basado en un amplio consenso nacional entre las principales fuerzas políticas y la sociedad civil, con el objetivo de erradicar la pobreza y promover el desarrollo sostenible de los países socios, en un contexto de respeto a los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho.
La concepción de una política de cooperación portuguesa tiene en cuenta las nuevas oportunidades y retos nacionales e internacionales, así como los compromisos adquiridos a nivel internacional, debe ser instrumental y estar alineada con los intereses nacionales y responder de manera eficaz y estructurada a los objetivos y prioridades de los países socios.
En otras palabras, la cooperación debe entenderse como una inversión y no como un gasto, como un desarrollo y no como una ayuda, que debe complementar y reforzar otros aspectos de la política exterior, especialmente la diplomacia económica y la acción cultural exterior, con ventajas mutuas.